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Hace tiempo que no me paso por este ala de la casa. La tengo llena de polvo y silencio. Como veo que a causa del poco trasiego se ha vuelto algo gris, voy a colgar una lámina que hace tiempo que tenía guardada entre algunos poemas.
Yo soy de los que piensan que tendemos a ver la conexión en todo lo que hacemos, por normalizar una vida realmente caótica e imprevisible. Pero cuando contemplamos esa conexión, llegamos a una estado de placidez que nos hace sentirnos completos.

Al ver esta lámina he comprendido muchos recuerdos inconexos, cabos sueltos se han atado con nudos corredizos que ya estaban hechos. Una simple mirada y los colores me han traído a la mente aquello que había estado persiguiendo. La plasticidad de una idea ha vuelto a cobrar vida, en una imagen.

Ste. Agnes, Sur de Francia, 1915. Roger Fry

Los papeles olvidados guardan recuerdos inesperados y, a veces, gratos.

El otro día rebuscando entre algunos viejos folios encontré una hojita suelta que contenía un cuestionario sobre una obra de teatro y pude ver el título «Tempestades», de Ricardo Frazer. Enseguida se me vinieron montones de recuerdos del colegio.

Resulta que este actor/juglar recorrió (y por lo visto sigue activo) un buen número de colegios por toda la geografía española llevando sus espectáculos «Sin ser soy«, «Tempestades» y «Para que tu me oigas«. En mi caso vino al Colegio Guadalete, de El Puerto de Santa María, aunque muchos son los que me han comentado que lo vieron en su instituto y que se quedaron, de alguna u otra forma, impresionados. Para mí supuso quizá el mayor acicate que me hizo desear entrar en algún grupo de teatro, allá cuando tenía 15 años. Cuando llegué a la Universidad fue de las primeras cosas que pregunté: «¿dónde se actúa aquí?». Ya luego me di cuenta de que en la universidad el drama existía mucho más allá del aula de teatro, pero esa es otra historia.

En cuanto a este comediante argentino, recuerdo su caravana apostada en la puerta del gimnasio. Como yo vivía al lado del colegio me ofrecí por la tarde a ayudarle a descargar el equipo de luces y atrezo. El tipo era de unos modales exquisitos, de una educación rayana en lo cortés. Al mismo tiempo muy cordial y amigable. Viajaba con su compañera cuyo nombre no recuerdo pero que me pareció una completa devota de Frazer. Era mayor para ser una grupi. La complicidad que tenían se me asemejaba a una relación madura aunque aventurera y juvenil al mismo tiempo. Viajar por toda España en esa caravana no era de espíritus conservadores.

Cuando terminamos de descargar alguien sacó unas cervezas y entonces el actor comentó algunas anécdotas antes de cenar, como aquella en la que un poco aterrado recordaba a unos alumnos de un colegio en Galicia que destrozaban los reposabrazos con navajas en una atitud más que violenta. El suelo retumbaba también cuando armaban bulla y el actor dudó por un momento si salir a escena. Yo siempre he despreciado la estupidez adolescente y la violencia irracional que nos entra en esa etapa/enfermedad de la vida. Por ello le preguntaba y me asombraba de cómo soportaba a todas las manadas de niñatos que habrían pasado como público delante de él. Teniendo en cuenta que recitaba a Shakespeare, Neruda o Ibsen. Siempre creí que poseía una capacidad hipnótica que conseguía capturar la atención de las mentes más difusas, como la de un adolescente de 15 años.

Recuerdo que había un momento al final de la representación que hablaba al público y trataba de convencernos de la importancia del teatro y de la fuerza de la poesía así como que todos debemos fomentar esa virtud interior de apreciar la belleza y así comprendernos mejor a nosotros. Incluso pedía a un voluntario que subiera al escenario para proponerle un ejercicio (básico en la técnica Stanislavski) para llorar. Era un momento muy tenso pero muy emocionante. Al final del post hay un vídeo que por fortuna alguien ha colgado donde se recoge ya no el momento justo después de la obra sino cuando se iba el público y se quedaban los que querían conversar con él. Me reconozco en cualquiera de los niñatos que se quedaba embobado viéndole.

Yo, como muchos, quedé impactado de nuevo cuando vino por segunda vez con su espectáculo «Tempestades» (primero había sido «Sin ser soy») tanto, que me salté un día de colegio para ir a verlo con un amigo (Curro, estés donde estés, fue un gran día) de nuevo a Cádiz, no recuerdo a qué instituto. Después de su actuación y cuando ya se habían ido todos, nos quedamos mi amigo y yo con él y tras pedirle que nos firmara los correspondientes folletos le confesamos nuestra travesura y aunque nos lo reprochó bien que estuvo charlando otro buen rato con nosotros. Simplemente disfrutaba de la vitalidad al contar sus anécdotas y de su enorme entusiasmo en todo lo que hacía.

Ya no volvió a venir a mi colegio, así que me quedé sin poder ver su tercer espectáculo, «Para que tu me oigas». Pero con gusto lo vería ahora, o cualquiera de su repertorio aunque recuerdo con especial cariño «Tempestades» por su soberbia transformación desde un joven aspirante a músico al anciano León Felipe.

Necesitaba reivindicar a este juglar que despertó tanto en mí como en muchos otros el gusto por el buen Teatro y la buena Literatura.

Esta es su página web:

Cultural Tempestades

Estos son algunos vídeos que he querido rescatar de la Red pues las grabaciones en directo de actuaciones teatrales siempre son malas. El teatro es en directo.

Las explicaciones de Ricardo Frazer después de que el público ya se había ido:

Cualquier excusa es buena para volver a acercarse a las fuentes primordiales y beber agua clara. Agua purificada por el tiempo y esclarecida por la constante renovación de su caudal, que en este caso es la lectura. Porque lo que tengo no es sed del líquido elemento, sino de buena literatura que siempre encuentro entre creadores como los de la Generación del 27.

Hoy se celebra el día de la lectura en Andalucía, pero más allá de los «días de» (cosa que ya cansa pues tienen la mayoría un tinte político nada agradable) me apetece conmemorar el día en el que le realizó el homenaje a Góngora en el Ateneo de Sevilla, congregando a unos artistas comprometidos con la Literatura. Suelen destacarse a unos cuantos, aunque un repaso más detenido nos hará reconocer muchos más escritores y artistas que conformaban esa red de creatividad generacional que los unió a todos.

Uniéndome yo a otra iniciativa que ha llegado a mi conocimiento a través de este post, añado a la nómina de poemas rescatados para esta fecha uno de José Moreno Villa, creador perteneciente a la citada generación y que también ha permanecido lejos de los oropeles de la fama. Los blogs que nos sumamos a este gesto, ponemos la etiqueta #ponunpoemadel27enelblog y así nos identificamos todos en delicious.

En este caso he querido no sólo compartirlo como texto sino que, teniendo en cuenta la vocación de podcast que quiero darle a este blog, os lo presentaré también leído. No es mi voz, pero así también escuchamos otras voces de otros tiempos.

Vivo y sueño, de José Moreno Villa

Hunde la rama del sauce
en la alberca su fatiga;
levanta el ciprés su lanza
infatigable a los cielos.

Con el sauce, vivo.
Con el ciprés, sueño.

Lánguida rama de sauce
me cuelga entenebrecida.
Lanza de ciprés emerge
de mi piel hasta el misterio

Con el sauce, vivo.
Con el ciprés, sueño.

Un cansancio secular
baja, baja, baja a tierra.
Sube, sube, sube altivo
el secular pensamiento.

Con el sauce, vivo.
Con el ciprés, sueño.

Todo me cansa y me rinde
si no es mío, si es del mundo.
Todo me embelesa y lanza
si lo miro y lo penetro.

Nada vivo
si no lo sueño.

También os paso el enlace al Podcast de Literatura, donde se le dedica un número.

Hoy, escuchando la entrevista que le hicieron a Borges en 1980 en el programa de televisión A Fondo, he recordado con el autor el poema que le dedicó a su madre, muerta el año anterior a la entrevista:

Jorge Luis Borges

El remordimiento

He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.  

Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida

no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.

Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado.

Trata del sentimiento de tristeza que le queda a Borges por no haber sido feliz para que su madre lo viera así. Y eso le genera ese remordimiento.

Del fervor y la lástima que emana el poema se desprende, sin embargo, una lección que he querido recoger para mí y es la de no crear remordimientos por la falta de felicidad. Es decir, es necesario buscar la felicidad por muchos motivos, pero quizá uno de los más importantes es que ayudar a los demás a ser felices también.

No quiero llegar a la edad del ilustre escritor y tener que escribir un poema parecido.

Quería recomendaros hoy la visita de esta web sobre cuentos, poesía, relatos y microrrelatos que descubrí felizmente ayer. Junto con la recopilación de estos textos breves, muy atractivos, se intercalan obras de este autor canario -Juan Yanes- aportando su visión crítica de la actualidad. Para mí, ha sido todo interesante descubrimiento.

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